Non ti piace? Non importa! Puoi restituircelo entro 30 giorni
Non puoi sbagliarti con un buono regalo. Con il buono regalo, il destinatario può scegliere qualsiasi prodotto della nostra offerta.
30 giorni per il reso
Segunda obra autobiográfica de Sándor Márai tras Confesiones de unburgués, éste es el libro más íntimo y desgarrador de todos losescritos por el gran autor húngaro. La clarividencia de su visiónpolítica, la profundidad de su análisis histórico, su perspicaciapsicológica y su inteligente ironía confluyen en un relato apasionante en el que la Historia se convierte en un asunto personal, en unarealidad palpable que traza ineludiblemente el destino de laspersonas.Escrita veinte a?os después de los acontecimientos evocados, Tierra,tierra! sitúa al lector como testigo directo de la agonía de lacultura europea, del proceso brutal de bolchevización emprendido porRusia y de la indiferencia de Occidente hacia la suerte de cienmillones de europeos de esa «periferia» que formaba el antiguo imperio austrohúngaro. Primero, el regreso a Budapest, su casa reducida aescombros, los seis mil libros de su valiosa biblioteca desaparecidos. Después, la terrible constatación de la nueva era que se iniciaba:«Los que llevaban los uniformes eran iguales porque hacían lo mismo:ejecutar el Terror con eficacia. [...] De nuevo se empezaba aperseguir en nombre de la Onica Idea Salvadora.» Más tarde, lascríticas al sistema represor soviético y su saqueo institucionalizado. Y por último, al comprender que su mera presencia, aunque silenciadapor la censura, avalaba el régimen dictatorial impuesto en su país, la decisión del exilio, el precio a pagar para que «no puedan comprarmecomo individuo».En el verano de 1948, el escritor húngaro aceptó unainvitación para participar en unas jornadas literarias en Suiza. Eltelón de acero todavía no estaba completamente cerrado y él aúnresultaba políticamente indiferente a los comunistas. Era su últimaoportunidad de conseguir un pasaporte para abandonar el país. Máraisalió de Hungría con su mujer y su hijo adoptivo para no volver nuncamás. A partir de entonces su única patria sería la lengua húngara.