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«Como todos los austríacos de aquella época, Morstin amaba lopermanente dentro de la constante transformación, lo usual dentro delcambio y lo conocido dentro de lo inusual. De este modo, lo extra?o se le hacía familiar sin perder su color, y de este modo, la patriaposeía la eterna magia del extranjero.» Escrito en 1935, este breverelato se ocupa de uno de los grandes temas de Joseph Roth: elderrumbe del imperio austro-húngaro tras la Primera Guerra Mundial ylos estragos que la pérdida de una patria antigua?simbolizada aquí por el busto del Emperador?causó en la conciencia europea. La concisa ymelancólica narración de Roth nos llega hoy cargada de actualidad, yacaba prefigurando cómo la creación de fronteras?geográficas,ideológicas, religiosas o culturales?desemboca en una reduccióninquietante del horizonte humano.«Como todos los austríacos de aquella época, Morstin amaba lopermanente dentro de la constante transformación, lo usual dentro delcambio y lo conocido dentro de lo inusual. De este modo, lo extra?o se le hacía familiar sin perder su color, y de este modo, la patriaposeía la eterna magia del extranjero.» Escrito en 1935, este breverelato se ocupa de uno de los grandes temas de Joseph Roth: elderrumbe del imperio austro-húngaro tras la Primera Guerra Mundial ylos estragos que la pérdida de una patria antigua?simbolizada aquí por el busto del Emperador?causó en la conciencia europea. La concisa ymelancólica narración de Roth nos llega hoy cargada de actualidad, yacaba prefigurando cómo la creación de fronteras?geográficas,ideológicas, religiosas o culturales?desemboca en una reduccióninquietante del horizonte humano.